En el centro del estado de Veracruz, a ocho kilómetros de su capital, sobre un fértil valle a los pies del Cofre de Perote, se encuentra esta ciudad caracterizada por un bello trazado y una arquitectura colonial que le valió el título de Zona de Monumentos Históricos.
Vigilada desde la lejanía por el Citlaltépetl o pico de Orizaba, el verde siempre presente en cafetales, bosques y cañaverales contrasta con las montañas azuladas de la Sierra Madre Oriental y el blanco remate del volcán.
Su nombre prehispánico, si bien se traduce como “en el cerro de la culebra”, puede pensarse que alude a la fertilidad de sus tierras, si consideramos a la serpiente como símbolo, presente en el nombre de dioses como Coatlicue, la diosa de la tierra, o el propio Quetzalcóatl.
Coatepec también es agua. Numerosos ríos y arroyos serpentean por sus tierras y, de tanto en tanto nos regalan una cascada. Su vegetación nativa, el bosque de niebla, es refugio de pájaros, orquídeas y helechos gigantes.
Su altura de 1200 metros y su clima templado hacen a sus campos idóneos para el cultivo del café, además de otros productos, como los cítricos o la caña de azúcar, que marcaron la historia económica de la población.
Podemos hacer un recorrido por la historia de su arquitectura: conocer las casas de las antiguas haciendas y los cascos de los ingenios, o los beneficios de café y, por supuesto, pasear por el centro histórico, entre aleros, rejas y patios.
Sus habitantes han hecho modo de vida y arte del cultivo, proceso y tostado del café, que no puede dejar de degustarse en los variados cafés y restaurantes que nos ofrecen un descanso en nuestro caminar.